Pronombre personal que interpela. Que llama a un dios. También al diablo. Y al amante loco y enamorado o a la celestina que une verdades. Tú eres la oprimida, la mujer valiente, la yerma, la desnuda. Tú un campesino, una criatura mitológica, un animal salvaje. Tú el débil, el abogado que pertrecha en la sombra, el hombre justo, la mujer herida, el destronado o la osada. El protector, la guerrera, el noble que tiraniza, la ninfa de un bosque inventado. Hereje, viuda, asesino, solemne, lavandera. El pueblo que se rebela, la jauría que grita, el que llora, el que lucha o la amiga que abraza. Todo lo que eres. Todo lo que sois. En un escenario, tú también puedes crear a otros, puedes incluso volver a ser tú.

En la literatura teatral, el dramaturgo ha mirado a sus personajes desde tres perspectivas distintas:

Desde abajo, como hizo Homero en su poema épico La Ilíada.

Cara a cara, como hacía Shakespeare enfrentado al lector o al público que acudía a ver sus representaciones con las miserias del ser humano.

Desde arriba, como en el caso de Ramón María del Valle Inclán.

En el caso de Valle, que definió un nuevo estilo llamado esperpento con Luces de Bohemia, decimos que miraba a sus personajes desde arriba porque los convirtió en muñecos vistos desde un plano superior, deformando una realidad llena de sombras y tramas oscuras, en un tono humorístico y sórdido al mismo tiempo y todo ello en clave de sátira brutal.

El esperpento, por tanto, huye de la belleza y trata los problemas de manera directa, siendo su concepción del arte realmente social.

En esta obra narra las últimas horas de vida de Max Estrella, un hombre ciego que recorre un Madrid marginal relacionándose con personajes de la bohemia de la capital. El lugar más representativo que frecuenta es un pintoresco rincón de la ciudad, famoso por espejos cóncavos en los que, hoy en día, puedes reflejarte: el callejón del gato (imagen).

¿Y tú? ¿Cómo miras a los personajes?